Evocar nocturno
En soledad me invade la nostalgia,
sofócame enigmático vulturno
que, lentamente, enciende más el ansia
de recordarte en mi penar nocturno.
La negra seducción de los rincones
apenas alumbrados, de mi cuarto,
por leve flama en tenues resplandores
de una vela, incitan más mi llanto.
Mi corazón se agita en estertores
agónicos e invoca por la muerte,
en busca de acabar con los dolores
que ha suscitado el hecho de perderte.
Me empeño en evocar ayeres fatuos
de efímeros y breves alegrías
en que gocé el placer de tus encantos,
cuando yo fui de ti y tú eras mía.
Entonces el transcurso de la vida
se convirtió en un lapso, en un instante,
porque el tiempo es un sueño, una mentira,
para el espíritu dichoso de un amante.
Pero, al fallar después toda la magia,
por pérfida traición que la diluye,
un abrumante peso que me agobia
cae de golpe y todo lo destruye.
Ahora me dedico a ver las sombras,
vibrantes ante el brillo mortecino
que las proyecta en pálidas alfombras,
sobre las que descansa mi destino.
¿En dónde estás? no se, no lo adivino
y, acaso sea cierto lo que intuyo:
que intentas olvidar que me has querido
mientras yo gozo recordando que fui tuyo.
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